Salí todo “tibiriquitaqui”
rumbo a Wheaton a recoger una donación de ropas para los niños necesitados y de
ahí fuí a la corte para averigüar algo sobre la registración de unos derechos
de autor. Hasta ahí, todo iba marchando super.
Mi problema comenzó a la
hora de estacionarme. Como iba entrar a la corte y ahí uno casi siempre se
tarda una eternidad para cualquier papeleo, decidí poner monedas suficientes
como para dos horas en el “parking meter”.
Arranqué como loco a meterle quarters (peseta y cuando miré donde están
las horas y los minutos, veo que el muy HP meter no se mueve… sigo leyendo y
después de haberle metido algunas 18 quarters, un dineral, incluyendo los 4 dólares
del lunch, leo que dice que ese preciso “parking meter” es únicamente para 30
minutos de estacionamiento (30 minute time limit).
Se me entró el demonio, me
salió fuego por los ojos, y lo único que se me ocurrio fue entrarle a patadas al
mendigo “parking meter”. Le di por abajo, le solté tres bofetadas, lo jamaquié
de un lado para otro, le menté su madre, y seguía dándole patadas sin control,
tanto asi que unos gringos que iban pasando comenzaron a mirarme raro.
Pero no me importó, me
despegué un poquito del “parking meter”, di como seis pasos hacia atrás y me le
avalanché como toro enojado y le metí una patada cerca del vidrio para
explotarlo, y fue tan duro el golpe que me llevé la uña del dedo pequeño, y los
tennis converse se me rajaron, me raspé la mano izquierda, pero ni eso me
detuvo, continue pegándole sin control, hasta que noté que una señora tenía el celular
en forma sospechosa, pensé que llamaría a la policía, y le solté la última
bofetada al “parking meter” a ver si me vomitaba mis quarters, pero que va… me
jodió el día!
Y para que vean lo loco
que estaba, cuando me iba para el carro, me devolví en forma disimulada y le
dije pegadito al “parking meter” suavecito, en secreto, “mira, no te apures que
ésta noche regresaré con un bate, prepárete”… y me fui al carajo.
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